martes, junio 09, 2009

Aniversario

Quizá el próximo año recuerdes que no me gustan los centros comerciales. Quizá el próximo año recuerdes que luego de manejar 4 horas en el tráfico no me parece buen plan seguir manejando para “dar una vuelta”. Quizá el próximo año recuerdes que cuando te pregunto qué es lo que tú quieres no espero una lista exhaustiva de todas las infinitas posibilidades que existen en el mundo de cosas que se pueden hacer, simplemente espero que me digas lo que tú quieres. Quizá el próximo año recuerdes que la distancia de donde tú estas a donde yo estoy es la misma para los dos. Quizá el próximo año recuerdes que una pareja la hacen dos.

Quizá luego de 5 años podríamos evitar llegar a los mismos callejones sin salida, por las mismas nimiedades. Quizás luego de 5 años deberíamos poder evitar aquellos temas en los que jamás vamos a estar de acuerdo. Quizás luego de 5 años de insistir en las mismas cosas te deberías dar cuenta que no voy a cambiar de opinión. Quizás luego de 5 años deberías saber cuáles son las actitudes que disparan las malas reacciones, cuales son los tonos que enfadan, las expresiones que molestan, cuáles son las palabras que caen como limón en la herida, cuáles son los temas que me vuelven intransigente. Quizás luego de 5 años deberías saber cuál es la comida que me gusta, mi película favorita o el tipo de lectura que más disfruto. Después de 5 años de vivir juntos todos los días, podrías saber qué es lo que me gustaría hacer de mi vida, cuál es el auto que quisiera tener, qué es lo que siempre quise ser, como quiero pasar mi vejez o cuántos hijos me gustaría criar, si varones o mujeres...

Luego de tantos fines de semana compartidos podría esperar que sepas como me gusta pasar el sábado, o qué prefiero hacer la tarde del domingo. Podría esperar que sepas quién soy yo. Podría esperar que sepas quién nunca seré… Saber qué me conmueve y qué me molesta, saber de qué sería capaz y de qué incapaz. Saber las cosas que uno no aprende preguntando; aquellas que uno se va enterando conviviendo, observando, interesándose en el otro. Saber las cosas que no se aprenden para recitarlas como una lección en la escuela, sino para practicarlas, silenciosamente, en el día a día.

Luego de 5 años seguimos topándonos con las mismas piedras, seguimos estrellándonos contra los mismos muros, seguimos rodando por la misma pendiente al final de la cual sólo existe el final. Cinco años después soy menos paciente, más irritable, menos tolerante, más agresivo, menos dulce, más crudo… Cinco años después, cuando busco en la mochila de recuerdos, no encuentro mucho más que las mismas broncas. Cuando busco en los sueños de futuro no encuentro planes, no encuentro imágenes… no encuentro nada.

Cinco años después, cuando me veo en el espejo, no veo a un hombre mejor, no encuentro a una mejor persona. Cinco años después, cuando veo mi vida, no veo nada. Cuando busco mis afectos, sólo encuentro un vacío. Cuando me veo a mi mismo… no me gusta lo que veo. Y en estos cinco años, en el recorrido ciego e inconsciente por este camino accidentado y duro, siento que me he ido perdiendo a mí mismo. Ahora no me reconozco. Ese que vive junto a ti no soy yo. Ese señor no vive como a mí me gusta vivir, no está donde yo pensaba estar, no hace lo que a mí me gusta hacer, no se comporta como a mí me gusta comportarme, no sueña, no ríe, no llora… Ya ni siquiera se acuerda de como solía ser.

Supongo que en algún momento tú te enamoraste de esa persona que yo solía ser y acto seguido comenzaste un trabajo sostenido y constante por cambiarme. Ahora simplemente ya no soy. En las mañanas me levanto sin recordar lo que he soñado, pero seguramente soñé en ese que era hace unos años. Por un momento sigo viviendo el sueño pero en cuanto me acerco a ti, tú espantas a ese intruso, ese iluso que por un instante, aún un poco dormido, pensó que era el de antes… Entonces se desvanece el sueño y desaparece de mi conciencia y se borra de mi memoria, como si nunca hubiese existido. Y otra vez me pierdo. Me convierto en un prisionero de lo que no soy, viviendo una vida que no me gusta, molesto contigo por eso, pero más molesto conmigo mismo por haberlo permitido. Frustrado. Incapaz de parar esta vida que parece un volante que rueda y nos arrastra con impulso propio.

Nadie puede dar lo que no tiene. Nadie es capaz de hacer feliz a otros si no es feliz. Nadie que no sueñe puede inspirar un sueño. Nadie que no recibe ternura es capaz de dar ternura.

Quizás el próximo año ya no recuerde todo esto. Quizás el próximo año vuelva a ser yo mismo y entonces pueda volverte a amar como solía hacerlo. Quizás el próximo año….