domingo, abril 10, 2011

De nuevo lobo

Ya han pasado casi dos años desde la última vez que vine aquí. Ya había perdido hasta la llave. Y la costumbre de ser lobo. Hasta el camino estaba extraviado. Ya había pensado marcharme para siempre. Y apareces tú y me atas. No estás desnuda diciendo ven ven, ven; ni amor mío. Al menos no a mí. Me cuentas, como si nada, que estás enamorada… y no es de mí, claro. Ni siquiera lo espero. Esa sería demasiada pretensión. Sin embargo no puedo dejar de pensarte. Como un imán, que no permite que me aleje por más de unos momentos. Imán y piedra filosofal que transforma todo lo bruto y saca cosas bellas del fondo de mí. Cosas que yo mismo pensaba pérdidas. ¿Qué más puedo pedir? ¿Qué hay mejor que ese milagro transformador que me redime, me exorciza, me transforma? Cierto: tú diciendo ven, ven, ven. Eso sería mejor. Pero no es necesario. Aunque a veces me traiciona la imaginación y el deseo, y casi soy capaz de tomar tus pies fríos, mojados en una mañana de lluvia, y darles calor entre mis manos; aún conservo la suficiente lucidez para no cometer una estupidez tan evidente que rompería la magia del disimulo. Tú poniendo tus barreras y yo fingiendo que no las veo. Yo lanzando insinuaciones y tú fingiendo que no las entiendes. Mejor así. Con esa gota de veneno que son para mí tus palabras: “estoy tan enamorada”. Sé que no quieres matarme, se que buscas evitar daños mayores. Pero, qué más da. De todas maneras sacas lo mejor de mí y eso es lo que amo: lo que soy cuando estoy contigo, cuando me reflejo en ti. Tomar tu mano por unos instantes, tenerte unos momentos entre mis brazos, es suficiente para transformarme. Qué importa lo que no pase después. O lo que pase…

Imán de mujer
(Luis Eduardo Aute)

Hoy tengo un día de ésos en que mandaría
todo a hacer puñetas,
incluso firmaría con placer el acta
de mi rendición...
Diría "adiós a todo eso" como Graves
o incluso en plan asceta
me subiría a una columna en el desierto
como un San Simón.
O, como Onetti, acaso intentaría no dejar
jamás el lecho
o pillaría el primer vuelo al Himalaya
para hacerme Zen...
Pero, maldita sea, cómo dar el salto
de lo dicho al hecho,
contigo, ahí, desnuda, repitiéndome: "amor mío
ven, ven, ven..."

Sólo por ti sigo aquí,
imán de mujer, imán de mujer...
me voy a perder
pero sin salir de ti.

Que el mundo fue y será una porquería
ya lo dijo Enrique Santos
y hoy tengo un día de esos en que sufro
toda esa poesía cruel,
aunque me temo que yo mismo soy quien
me produzco más espanto
al verme comprendiendo las razones de Caín
matando a Abel.
Me fugaría a Transilvania para convertirme
en un vampiro
para no ver tras el espejo al bicho infame
que dice ser yo...
Pero me abrazas y aún sabiendo que tus brazos
son un mal retiro,
me tiro a tus infiernos donde habita
el diablo que te re-creó...