viernes, noviembre 27, 2015

Sin alternativas

No es una huida. Tampoco estoy renunciando. En mi vida he renunciado a mucho pero nunca a mí mismo, a mi propia esencia.  Pero no puedo verte sufrir. Peor sabiendo que indirectamente soy la causa. Era el trato, que no te dejaría a no ser que te haga daño o que me lo pidas y en ese caso guardaría todos tus recuerdos como un tesoro. Muy mío, en un lugar donde nadie jamás pueda encontrarlos, en un lugar del que solo tú tienes la llave. No me has pedido que me aleje. En realidad no me has pedido nada.
Por alguna extraña razón no siento esto como un alejamiento. Siento solo como un receso. Una pausa. Te dije que yo no quería encadenar  tu espíritu, que quería verlo libre y entonces tomar tu mano. Por ahora no eres libre, tienes muchas cadenas que te atan y te pesan. Liberarse de cadenas siempre es un proceso doloroso, difícil, y toma su tiempo.  Fui muy egoísta con todo lo que hacía y te decía. Sólo pensé en mí, en mi necesidad de derramarme, de verter todo un torrente de emociones, sensaciones, sentimientos, ideas, sueños….  todo un mundo que creía perdido para siempre y que de pronto empezó a surgir esplendoroso, luminoso, eterno; como si hubiese estado agazapado esperando su momento. A veces uno piensa que si ve el mundo de color azul y si disfruta pisando charcos bajo la lluvia, todos lo ven del mismo color y disfrutan con las mismas locuras. Bueno, no todos. Pero la persona a la que amas, que te hace ver el mundo de colores, esa sí. No entendí que solamente estaba lastimando tus heridas, reviviendo tus dolores, agitando tus angustias. No escuche cuando me pediste que no lo haga. Y seguí hasta causarte daño. Que le vamos a hacer, algún día aprenderé a no estar siempre forzando los límites, presionando siempre.
Pero creo que me sentí demasiado culpable. Eso no es justo. Yo no causé tus heridas, ni tus miedos, ni tus dolores. Me duele verte así, claro, pero no es mi responsabilidad. Y aunque daría cualquier cosa por que tu dolor fuera mío, la verdad es que no se puede. Y renunciar no cambia nada, no soluciona nada. A veces la vida no es lo que uno quisiera. Tu quisieras estar sola, pero lo cierto es que no lo estás. Por qué aparecí yo mezclado en todo esto, no lo sé, pero estoy ahí. Puedo fingir que no es así, pero no engaño a nadie y al contrario surgen más problemas.
Lo intenté y tú lo sabes, pero no resultó nada bueno. Quiero verte sonreír nuevamente, no quiero verte llorar. Así que procuraré llenar tu vida de razones para sonreír. Bueno, al menos intentaré hacerte sonreír y aunque no sea muy bueno en eso, le pondré toda la voluntad.
Pero no puedo alejarme de ti, no puedo poner una barrera. No es por causa de tu cercanía física. El problema es que eso sería como negarme a mí mismo, sería mentir y engañar, traicionarme. Y, además, eso no te va a hacer feliz a ti y menos a mí.  Entonces sólo procuraré hacerte sonreír.
Cuando estaba en la moto pensaba en  lo fácil que resulta todo. Todo tiene un sentido y fluye sin esfuerzo, sin pensar en nada, sólo hace falta sentir, percibir con los cinco sentidos y el resto es automático. En la carretera puedo enfrentar cualquier cosa, o casi, que venga; puedo negociar las situaciones más difíciles y salir bien librado. Ojala todo fuera tan fácil con en el resto de cosas en mi vida. ¿Será que puedo hacer lo mismo? Solamente percibir y actuar sin pensar, dejar que fluya. Veo tus ojos, percibo tus gestos, tus silencios, tu aroma, lo que usas… y puedo sentir algo muy diferente y entonces me dejo llevar. Percibo, sin entender, tus barrearas y tus temores. Siento la distancia que pones de por medio, la frialdad deliberada. Y entonces vienen las dudas y los errores. Y todo se vuelve un andar errático, decisiones equivocadas, acciones fallidas, correcciones, avances y retrocesos. ¿Por qué si puedo leer con tanta facilidad a la gente, me puedo volver tan torpe contigo? Y entonces no creo que me quede otro camino que dejarme llevar, dejar que fluya. Con todo, no puedo dejar de sentir que estoy en el camino correcto, con errores y dudas. Quizá el problema sea la costumbre de actuar sobre seguro. Mis miedos y temores que siguen ahí, que no se han ido y sólo estaban escondidos, asechando, esperando que llegara el momento en el que me fuera imposible dejar de ser vulnerable, toman el control. En todo caso no hay muchas opciones. No para mí. No ahora. La opción era seguir huyendo, la opción de siempre. Pero como ya te dije, esa opción la perdí el primer café que tomamos juntos (incluso antes, cuando apareciste, desafiante, en el umbral de mi puerta: tus palabras decían una cosa, pero tu pregunta, aunque en ese momento tú no lo sabías, era si te permitiría entrar en mi vida o no). Tú, en alguna parte de tu ser, también lo sabías, compartías mis temores, presentías los problemas. Estabas dispuesta a huir. Pero pese a todo te metiste en esto conmigo, con todos los problemas que nos acarree, con todos los peligros y dificultades, con los dolores, las dudas y las angustias. Hoy no tengo otro camino. No quiero otro camino. Quiero recorrer este hasta el final, sin importar a dónde me lleve, sin importar si al final no hay salida o solo existe un gran vacío. Este camino es mi vida, y atraviesa tu vida. Perdóname por no cumplir la promesa de poner distancia y, sobre todo, si es que mi presencia en tu vida te crea dificultades y sufrimiento (aunque no los haya causado yo). Procuraré que no sea así, pero siento que este camino no lo defino yo.  La huella que ya has hecho en mi vida es profunda y estos días me han servido para darme cuenta de ello. Esa huella, y todo lo que has puesto en mí, es hermosa. Por momentos me asusta que alguien pueda tener esa capacidad de marcar mi vida, esa influencia en mi día a día y en mi futuro. 
Pero puedo vivir con ese temor, sobre todo porque la alternativa está fuera de consideración.
Ahora, a 700 km de distancia, lo único que quisiera es verte entrar por la puerta con una taza de café en tus manos, para mí, como la primera vez. Sólo quisiera quitarme la armadura y dejar que me mimes, dejar de ser fuerte y sentirme vulnerable y seguro. A ti no te gusta que te mimen, pero a veces yo lo necesito, alguna tarde lluviosa, cuando me siento cansado del mundo.   


martes, enero 03, 2012

No me has preguntado

Clavas tus ojos en mí y me lanzas tus palabras con violencia, con ganas de herir: “y terminan estando con quien no quieren estar”. Pues no, no es así. Nadie está junto a quien no quiere estar a no ser que este preso o secuestrado. Eso no es exacto. Terminas permaneciendo junto a alguien por razones muy diversas, que no tienen relación con el amor o la atracción. Eso sí. La persona maltratada que permanece junto al maltratador lo hace por decisión propia, porque quiere hacerlo. Más allá de los complejos mecanismos sicológicos que definen esa determinación, esa es la realidad. Las relaciones de pareja largas y tormentosas, que desde afuera carecen de sentido, en realidad se mantienen debido a que ambos así lo quieren. Por absurdo que parezca: por miedo, por comodidad, por conveniencia, por costumbre, por rutina, por adicción, por pereza…. No son las mejores razones, pero son razones. Muchas veces se vuelve una pareja un entramado complejo de intereses, relaciones, costumbres, necesidades, conveniencias, cariños, odios… O simplemente resignación: bajas los brazos y dices, pará que voy a intentar otra vez, para que voy a cambiar esto si total siempre es igual.

No voy a decirte que mi relación es una desgracia y que estoy en trámites de divorcio, porque no es cierto. Es una relación, ni más ni menos buena o mala que la mayoría. Ni mejor ni peor que otras 100 que he tenido. He convivido con tres mujeres y me he casado dos veces. Eso suma en términos convencionales 5 matrimonios. Seguramente el equivocado soy yo… o el culpable si quieres, da igual. Lo que creo es que las relaciones de pareja estables son bien forzadas, son una impostura cultural que intenta sobreponerse a millones de años de evolución. Al menos en mi caso resulta así. Felicito a aquellos para quienes una relación estable, matrimonio si quieres, es una maravilla y una meta de su vida, pero para mí no es así. Y a estas alturas de mi vida, no creo que llegue a ser así nunca. Así que ¿qué sentido tendría mandar al carajo todo y seguir intentando? Solo ganaría dañar la vida a más gente que no tiene porqué ser víctima de mis intentos y mis búsquedas. No he visto en los últimos tiempos nada que me pueda hacer vislumbrar que esto no sea así. Que tengo broncas acumuladas, claro que sí. Que hay rencores y deudas que vuelven casi imposible un acercamiento con mi pareja, también. Pero si vuelvo a empezar con alguien más, seguramente me pasará lo mismo nuevamente. Y tú estás demasiado lejos. Quizá por eso te busco, porque esa lejanía hace imposible cualquier relación estable y eso me libera… nos libera. Libres ya de compromisos, de promesas, de demandas, de ofertas, de esperanzas, de expectativas; libres de cualquier cosa ajena a esa esencia indefinible, efímera, que constituye lo hermoso de una relación; no queda más que vivir el instante, aprovechar el momento, sin sombras de pasado, sin promesas de futuro.

¿Y qué con eso de la fidelidad? Eso es más complejo. No es un problema físico. La infidelidad se produce el momento que en tu mente has buscado otros brazos, has besado otra boca has amado otro cuerpo. ¿Y qué hacer si te vi la primera vez y te besé largamente? ¿Qué hacer si cuando estás cerca de mi recorro toda tu piel y te acaricio sin dejar libre un milímetro? ¿Qué hacer si respiro tu esencia y siento que estoy vivo? ¿Serviría de algo fingir que no te he desnudado mil veces, que no he probado tu piel, que no he mordido tus labios, que no me he mojado en ti? ¿Fingir que no he enredado mis manos en tu cabello, que no he besado tu boca hasta quedarme dormido? ¿Que al despertar no he encontrado tu cuerpo junto al mío y no hemos desayunado juntos? ¿Que cuando no estás junto a mí, cuando no te veo, el aire las canciones el trabajo las palabras mi mal genio la comida un libro, las noticias… todo me recuerda a ti? ¿Qué más da si cuando me acerco a despedirme con un beso, tiemblas como quinceañera, tomo tus manos de niña y caigo en cuenta que nunca sucedió? ¿Acaso eso me hace menos infiel?

lunes, octubre 24, 2011

Espero Curarme de ti

Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de
fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible.
Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me
receto tiempo, abstinencia, soledad.

¿Te parece bien que te quiera nada más una semana?
No es mucho, ni es poco, es bastante. En una
semana se pueden reunir todas las palabras de amor
que se han pronunciado sobre la tierra y se les
puede prender fuego. Te voy a calentar con esa
hoguera del amor quemado. Y también el silencio.
Porque las mejores palabras del amor están entre dos
gentes que no se dicen nada.

Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y
subversivo del que ama. (Tú sabes cómo te digo que
te quiero cuando digo: "qué calor hace", "dame
agua", "¿sabes manejar?,"se hizo de noche"... Entre
las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he
dicho "ya es tarde", y tú sabías que decía "te
quiero").

Una semana más para reunir todo el amor del
tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que tú
quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No
sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para
entender las cosas. Porque esto es muy parecido a
estar saliendo de un manicomio para entrar a un
panteón.

Jaime Sabines

viernes, octubre 14, 2011

Piso 8

Podría seguirte en la oscuridad,
subir la escalera que me conduce a ti,
ese no es problema.
El problema es lo que pase allí.
Si te sigo, puedo no volver a salir,
perderme en tus brazos de sol
o podría pasar un angel
que me haga esperar el alba con
el temor del final que se acerca.
Pero tú no tienes miedo de mí,
soy yo el que teme tu cercanía,
aunque te busco cada tarde,
cuando ya todos se han ido.
En verdad perdona el egoísmo
pero si fuera posible te llevaría conmigo,
ahora mismo, solamente no te vayas
antes del alba, no te vayas antes de verte
no te vayas antes de sentirte.
Luego podrás desaparecer en silencio
y al despertar podré pensar que fuiste solo un sueño.

martes, octubre 11, 2011

podrías?

¿Es qué podrías
una de estas tardes
probar a salirte de mi mente
dejar sin ti ese constante imaginarte
solamente para recordar como era
mirar el cielo de una tarde tranquila
antes de que te instalaras
de manera permanente
a hacerme compañía desde tu ausencia?

martes, mayo 17, 2011

Un año más....

Un año más y no encuentro razones para celebrar. Miro atrás y solo veo las cosas que se quedaron en el camino, los renunciamientos, las capitulaciones. Nada más. ¿Volver a empezar? Quizás. Pero la comodidad, la rutina atan más que la cobardía y el cansancio. La vida, la rutina, va tendiendo lazos invisibles, atando con hilos que forman una maraña indefinible, imposible de desatar. Al final no hay posibilidades de cambios pequeños, es al todo o nada. No existen correcciones de timón: así soy, así eres... así es esto. El lobo pierde el pelo pero no las mañas.. y tampoco aprende trucos nuevos. Al final de esto solo está un callejón sin salida, solo un impenetrable espacio que nos separa, besos que no encuentran bocas, miradas que no encuentran ojos, abrazos que no encuentran cuerpos, palabras sin voz que llegan a oídos sordos. Y un gran cansancio....

domingo, abril 10, 2011

De nuevo lobo

Ya han pasado casi dos años desde la última vez que vine aquí. Ya había perdido hasta la llave. Y la costumbre de ser lobo. Hasta el camino estaba extraviado. Ya había pensado marcharme para siempre. Y apareces tú y me atas. No estás desnuda diciendo ven ven, ven; ni amor mío. Al menos no a mí. Me cuentas, como si nada, que estás enamorada… y no es de mí, claro. Ni siquiera lo espero. Esa sería demasiada pretensión. Sin embargo no puedo dejar de pensarte. Como un imán, que no permite que me aleje por más de unos momentos. Imán y piedra filosofal que transforma todo lo bruto y saca cosas bellas del fondo de mí. Cosas que yo mismo pensaba pérdidas. ¿Qué más puedo pedir? ¿Qué hay mejor que ese milagro transformador que me redime, me exorciza, me transforma? Cierto: tú diciendo ven, ven, ven. Eso sería mejor. Pero no es necesario. Aunque a veces me traiciona la imaginación y el deseo, y casi soy capaz de tomar tus pies fríos, mojados en una mañana de lluvia, y darles calor entre mis manos; aún conservo la suficiente lucidez para no cometer una estupidez tan evidente que rompería la magia del disimulo. Tú poniendo tus barreras y yo fingiendo que no las veo. Yo lanzando insinuaciones y tú fingiendo que no las entiendes. Mejor así. Con esa gota de veneno que son para mí tus palabras: “estoy tan enamorada”. Sé que no quieres matarme, se que buscas evitar daños mayores. Pero, qué más da. De todas maneras sacas lo mejor de mí y eso es lo que amo: lo que soy cuando estoy contigo, cuando me reflejo en ti. Tomar tu mano por unos instantes, tenerte unos momentos entre mis brazos, es suficiente para transformarme. Qué importa lo que no pase después. O lo que pase…

Imán de mujer
(Luis Eduardo Aute)

Hoy tengo un día de ésos en que mandaría
todo a hacer puñetas,
incluso firmaría con placer el acta
de mi rendición...
Diría "adiós a todo eso" como Graves
o incluso en plan asceta
me subiría a una columna en el desierto
como un San Simón.
O, como Onetti, acaso intentaría no dejar
jamás el lecho
o pillaría el primer vuelo al Himalaya
para hacerme Zen...
Pero, maldita sea, cómo dar el salto
de lo dicho al hecho,
contigo, ahí, desnuda, repitiéndome: "amor mío
ven, ven, ven..."

Sólo por ti sigo aquí,
imán de mujer, imán de mujer...
me voy a perder
pero sin salir de ti.

Que el mundo fue y será una porquería
ya lo dijo Enrique Santos
y hoy tengo un día de esos en que sufro
toda esa poesía cruel,
aunque me temo que yo mismo soy quien
me produzco más espanto
al verme comprendiendo las razones de Caín
matando a Abel.
Me fugaría a Transilvania para convertirme
en un vampiro
para no ver tras el espejo al bicho infame
que dice ser yo...
Pero me abrazas y aún sabiendo que tus brazos
son un mal retiro,
me tiro a tus infiernos donde habita
el diablo que te re-creó...