...de vuelta
Cuando la muerte nos visita, (a nosotros, directamente, sin intermediarios, de improviso, sin previa cita, inesperada, descortés, abusiva, prepotente, irreflexiva, intransigente...) y por algún milagro, o por fuerza de voluntad o gana de vivir, o porque simplemente no era aún la hora, pasa de largo sin haber dejado más que su gélido aliento sentido por un instante (unos segundos, quizás un minuto, no más...), todo cambia. En realidad la muerte no pasa sin matar. Mata muchas cosas y, a veces, nos mata a nosotros también. Cuando estamos de suerte mata el pasado, mata nuestras creencias y nuestras costumbres. Mata nuestros valores... o al menos les da la vuelta a muchos de ellos. Entonces volvemos a vivir, o a nacer.... resucitamos. Se produce la resurrección solo con posterioridad a la muerte. Quién entonces podría, luego de esta visita, volver a hacerse problema por el tráfico, o pelear con un amigo por tonterías, o exponer su vida por cosas materiales? Tendría sentido, luego de esto el amargarse por cualquier cosa? No. La muerte nos cambia la perspectiva de la vida y nos lanza al vacío de la realidad, de lo verdaderamente importante, de lo verdaderamente trascendente. Y de lo efímero e intrascendente que es nuestro breve paso por este mundo.
No he tenido tiempo para poner post en estas últimas semanas... estaba atendiendo una visita inesperada. Lo siento.